miércoles, 30 de septiembre de 2015

A veces pienso

Hace poco salió en el telediario una noticia inspiradora. Un grupo de científicas había sido galardonado con un premio que les iba a permitir continuar con sus diferentes proyectos de investigación. Era un noticia bonita, reconozco que me emocioné un poco.

A una de ellas le preguntaban por qué le gustaba la ciencia. "Porque me apasiona conocer de qué estamos hechos, saber algo más sobre el ser humano. (...) Poder entendernos mejor". Algo así, no recuerdo las palabras exactas. El caso es que es un discurso muy bonito. Y me gusta, de verdad, me gusta. Me encanta que a estas mujeres se les reconozcan sus méritos, sus investigaciones iban muy encaminadas en ámbitos de la salud y me parecieron muy importantes. De verdad lo digo.

Ahora viene el pero, ¿no? Sí, hay un pero. Que no es una crítica a ellas, por supuesto. Porque tienen toda mi admiración, como ya he dicho. Como mujeres, como mujeres empoderadas, como investigadoras, etc. Que no es una crítica a que les den un premio para poder investigar, porque, desgraciadamente, sin este premio, seguramente, en este nuestro país, no encontrarían otra financiación. No. La crítica va en otro sentido.

En primer lugar a que no haya más presupuesto en investigación. Para investigaciones científicas y para otro tipo de investigación. Sí. Ahí está el quid. Es que, ¿sabes?, yo amo la literatura porque me apasiona conocer de qué estamos hechos, saber algo más sobre el ser humano, y poder entender mejor el mundo que nos rodea y el pensamiento que nos conforma.

Pero, qué cosas digo. Eso no es importante. Cómo va a ser importante. Estas mujeres tienen que hallar cosas revolucionarias, que traigan beneficios exacerbadamente tangibles para que alguien se fije en ellas y les ofrezca una beca para seguir desarrollando sus proyectos. Sé que a nadie que pueda conceder este dinero le va a interesar jamás que alguien busque entre los trazos de la historia, de la literatura, del arte, los pasos, las huellas de otros seres humanos que vivieron antes que nosotros.

A nadie se le ocurriría pararse a pensar que cada poeta nos ha dejado unas líneas escritas directamente desde su alma. Que hurgar en ellas es desvelar un poco la sustancia de la que estamos hechos. Que cada análisis nos ayuda a quitar capas y profundizar un poco más en el entramado de nuestros sueños, esperanzas y anhelos más profundos como especie, como seres racionales, como humanidad. Que leer es encontrar las respuestas a preguntas tan antiguas como la escritura misma.

Pero, por favor, qué cosas digo. A nadie le interesa eso ahora. ¿No ves que hasta nos quitan la filosofía del bachillerato?



                                                             (Adivinad quién está leyendo 1984)

Pensar no da dinero. Está claro.